Jesús les contestó: "¿Nunca han leído lo que David hizo cuando tuvo necesidad y sintió hambre, él y también sus compañeros;
(Mark 2:25)
cómo entró en la casa de Dios en tiempos de Abiatar, el sumo sacerdote, y comió los panes consagrados que no es lícito a nadie comer, sino a los sacerdotes, y dio también a los que estaban con él?"
(Mark 2:26)
Y El continuó diciéndoles: "El día de reposo se hizo para el hombre, y no el hombre para el día de reposo.
(Mark 2:27)
Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo."
Otra vez entró Jesús en una sinagoga; y había allí un hombre que tenía una mano seca (paralizada).
(Mark 3:1)
Y Lo observaban para ver si lo sanaba en el día de reposo, para poder acusar a Jesús.
(Mark 3:2)
Y Jesús le dijo al hombre que tenía la mano seca: "Levántate y ponte aquí en medio."
(Mark 3:3)
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Pero Jesús les respondió: "Hasta ahora Mi Padre trabaja, y Yo también trabajo."
(John 5:17)
Entonces Jesús dijo a los otros: "¿Es lícito en el día de reposo hacer bien o hacer mal, salvar una vida o matar?" Pero ellos guardaban silencio.
(Mark 3:4)
Entonces el Señor le respondió: "Hipócritas, ¿no desata cada uno de ustedes su buey o su asno del pesebre en día de reposo y lo lleva a beber?
(Luke 13:15)
También les decía: "El Hijo del Hombre es Señor del día de reposo."
(Luke 6:5)
Y era día de reposo el día en que Jesús hizo el barro y le abrió los ojos.
(John 9:14)
Por eso algunos de los Fariseos decían: "Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el día de reposo." Pero otros decían: "¿Cómo puede un hombre pecador hacer tales señales (milagros)?" Y había división entre ellos.
(John 9:16)
Porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo."
(Matthew 12:8)
Al instante el hombre quedó sano, y tomó su camilla y comenzó a andar. Pero aquel día era día de reposo.
(John 5:9)
Y todo lo sometió bajo Sus pies, y a El lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,
(Ephesians 1:22)
Mientras estoy en el mundo, Yo soy la Luz del mundo."
(John 9:5)
Estaba yo en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz, como sonido de trompeta,
(Revelation 1:10)