Sermon clásico #6062: El arca dentro de nosotros
Dr. Roberto Miranda
(Audio: Español)
RESUMEN: En este pasaje de la Primera de Samuel, vemos que cuando Dios comienza a moverse en nuestras vidas, experimentamos nuevas energías y queremos quitarnos de encima los yugos de opresión. Pero también es importante recordar que la vida de Dios está acompañada de su juicio y santidad, y hay muchas cosas que debemos poner en orden. Cuando entramos en los caminos del Señor, es posible que por un tiempo haya pruebas y dificultades, pero Dios está levantando cosas que estaban adormecidas y sucias, y las está sacando a la luz para que se arreglen. Dios no solo bendice, sino que también quiere poner en orden todas las áreas de nuestra vida.
El camino del Señor puede tener tiempos de prueba y dificultad antes de la bendición y la cosecha. Dios puede sacar a la luz áreas de nuestra vida que necesitan ser arregladas y a menudo esto puede causar conflictos y tribulaciones. Si queremos invertir en el reino de los cielos, debemos hacerlo a largo plazo y comprometernos completamente con Dios. No debemos echarle la culpa a Dios por nuestras dificultades, sino mirar hacia adentro para ver cómo podemos mejorar. La mentalidad superficial y ritualista no es suficiente para la vida cristiana, debemos tener una transformación total en nuestra manera de pensar y entender que lo interno es lo que importa. No es suficiente traer el arca del Señor, debemos dejar que se disuelva dentro de nosotros y transforme nuestra mentalidad. Dios quiere gente transformada en su entendimiento del Reino de Dios.
Dios no quiere que simplemente cambiemos de religión, sino que seamos transformados en nuestra comprensión del Reino de Dios. Mucha gente es extremadamente religiosa pero también practica la brujería, el vudú, etc. porque ven a Dios como un Dios más en su panteón. Esto es una mentalidad pagana y no es lo que Dios quiere. Debemos entender que la vida cristiana es un proceso de muerte y resurrección, y que tenemos que ser transformados en nuestro ser para que el poder de Dios fluya a través de nosotros. No podemos simplemente confiar en actos externos como ir a la iglesia, adorar con manos levantadas, etc. si nuestra vida interior no está en orden. Dios quiere que seamos consistentes, que tratemos con todo en nuestras vidas para que podamos tener estabilidad y paz en nuestra vida cristiana. Esto puede requerir muerte y lucha, pero Dios es fiel y nos llevará a la otra orilla. Debemos someternos a la espada de Dios y a la cruz de Cristo para llegar a donde Dios quiere que lleguemos.
El camino del Señor puede tener tiempos de prueba y dificultad antes de la bendición y la cosecha. Dios puede sacar a la luz áreas de nuestra vida que necesitan ser arregladas y a menudo esto puede causar conflictos y tribulaciones. Si queremos invertir en el reino de los cielos, debemos hacerlo a largo plazo y comprometernos completamente con Dios. No debemos echarle la culpa a Dios por nuestras dificultades, sino mirar hacia adentro para ver cómo podemos mejorar. La mentalidad superficial y ritualista no es suficiente para la vida cristiana, debemos tener una transformación total en nuestra manera de pensar y entender que lo interno es lo que importa. No es suficiente traer el arca del Señor, debemos dejar que se disuelva dentro de nosotros y transforme nuestra mentalidad. Dios quiere gente transformada en su entendimiento del Reino de Dios.
Dios no quiere que simplemente cambiemos de religión, sino que seamos transformados en nuestra comprensión del Reino de Dios. Mucha gente es extremadamente religiosa pero también practica la brujería, el vudú, etc. porque ven a Dios como un Dios más en su panteón. Esto es una mentalidad pagana y no es lo que Dios quiere. Debemos entender que la vida cristiana es un proceso de muerte y resurrección, y que tenemos que ser transformados en nuestro ser para que el poder de Dios fluya a través de nosotros. No podemos simplemente confiar en actos externos como ir a la iglesia, adorar con manos levantadas, etc. si nuestra vida interior no está en orden. Dios quiere que seamos consistentes, que tratemos con todo en nuestras vidas para que podamos tener estabilidad y paz en nuestra vida cristiana. Esto puede requerir muerte y lucha, pero Dios es fiel y nos llevará a la otra orilla. Debemos someternos a la espada de Dios y a la cruz de Cristo para llegar a donde Dios quiere que lleguemos.
Primera de Samuel, vamos a ir al capítulo 4, yo voy a repasar otra vez este pasaje, quiero continuar entonces con nuestra meditación en torno al tema de la santidad. Y yo espero que este estudio de la santidad no sea algo estéril para usted, yo no quiero que así sea, sino que quiero verdaderamente que usted sea bendecido, que su mente sea abierta, que usted se entusiasme, que vea la santidad no como algo seco, estéril y aburrido, sino como una meta a la cual debemos apuntar, que está llena de gozo y de promesas de parte del Señor. En realidad la santidad es el camino al gozo, el camino al poder. No está diseñada para aguarnos la fiesta, sino todo lo contrario, para hacer posible que la vida abundante de Cristo se manifieste en nuestras vidas.
Y así tenemos que ver la santidad, no como santurronería, digo yo, son dos cosas diferentes, sino como un regalo que Dios tiene para nosotros. Capítulo 4, Primera de Samuel, dice que Samuel habló a todo Israel, es decir, yo pienso que quiere decir que profetizó, le ministró, le habló para que corrigieran sus caminos. Vimos la bancarrota espiritual en que se encontraba Israel como consecuencia de la pobreza de sus líderes. Dios levanta un gran hombre, que es Samuel, un profeta que comenzó a reedificar los muros espirituales de ese pueblo. Y entonces aquí Samuel comienza su ministerio y dice que él habló, le ministró a todo Israel.
Y así tenemos que ver la santidad, no como santurronería, digo yo, son dos cosas diferentes, sino como un regalo que Dios tiene para nosotros. Capítulo 4, Primera de Samuel, dice que Samuel habló a todo Israel, es decir, yo pienso que quiere decir que profetizó, le ministró, le habló para que corrigieran sus caminos. Vimos la bancarrota espiritual en que se encontraba Israel como consecuencia de la pobreza de sus líderes. Dios levanta un gran hombre, que es Samuel, un profeta que comenzó a reedificar los muros espirituales de ese pueblo. Y entonces aquí Samuel comienza su ministerio y dice que él habló, le ministró a todo Israel.
