La renovación de nuestra mente

Dr. Roberto Miranda
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: En Filipenses, Capítulo 3, el Apóstol Pablo habla acerca de la transformación de la mente y cómo superar el pasado para llegar a ser lo que Dios quiere que seamos. Él habla de su deseo de conocer a Cristo y llegar a ser semejante a Él en su muerte, pero reconoce que todavía está en vías de conocer a Dios y llegar a ser lo que Él quiere que sea. La vida cristiana es un viaje y un proceso de perpetua renovación. Para llegar a conocer a Dios en una manera íntima, tenemos que tener un grado de desesperación y estar desesperados con nuestra propia pecaminosidad y necesidad de tener más de Dios. La Biblia está llena de personas agónicas que recibieron su bendición porque estaban desesperadas. Debemos olvidar lo que queda atrás y extender nuestra mano hacia lo que está delante para agarrar aquello para lo cual fuimos agarrados por Cristo Jesús.

En Filipenses 3:13-14, Pablo habla sobre su meta de conocer a Cristo y enfatiza la importancia de dejar las cosas que nos atan y nos impiden llegar a un nivel mayor de consagración. Es necesario tener una visión clara de las áreas que necesitamos cambiar en nuestra vida y nombrar nuestros gigantes para poder derribarlos uno por uno. La transformación de la mente es esencial para nuestra santificación y requiere la renovación de nuestro entendimiento. Debemos conocer la palabra de Dios, hablar cosas positivas, tener tiempos de adoración y participar en el proceso de santificación. La vida cristiana es un viaje a largo plazo y debemos ser pacientes y gentiles con nosotros mismos, permitiendo que Dios use todas las situaciones de nuestra vida para formarnos a su imagen.


Dios usa nuestras luchas y experiencias para hacernos más cercanos a Él y para hacernos personas más compasivas y complejas. Elías fue llevado al desierto para renovar su ministerio y conocer una parte diferente de Dios. Dios quiere que seamos cristianos complejos y fuertes, no superficiales. Pidamos a Dios que nos haga cristianos complejos y que reflejemos la complejidad de Cristo Jesús. Dios conoce nuestras luchas y las está usando para formarnos en personas que le agraden.


La palabra Filipenses, Capítulo 3. Yo quiero concluir la meditación que comencé hace dos semanas, esta es la tercera semana, sobre la transformación de nuestro pensamiento, la transformación de la mente, cómo vencer el pasado, cómo trascender el historial personal que muchas veces nos agarra y nos impide entrar a lo que Dios quiere de nosotros.

Y voy a comenzar de nuevo con la misma palabra que he estado usando en Filipenses, Capítulo 3, comenzando con el versículo 12. Si usted tiene su Biblia también puede ir al versículo 8 y de ahí en adelante porque todo es parte de la misma palabra. Pero donde está el meollo de la situación es ahí en el versículo 12 hasta el 14.


De nuevo, lo que quiero hacer en este día como hice esta mañana, es hacer una recopilación, un resumen, visitar algunos puntos que bien vale la pena volver a reforzarlos, porque se trata de verdades que merecen insistencia y volver a ellos para completar esta meditación. Hay muchas cosas que se me quedaron escritas pero no sé si voy a poder cubrirlas todas. Lo que quiero es describir un proceso que nosotros tenemos que vivir para poder llegar a ser lo que Dios quiere que seamos.


Y ustedes saben que el Apóstol Pablo es un hombre de procesos. Pablo, su biografía está muy vívida en sus escritos. Es un hombre muy personal, muy honesto, muy transparente y podemos ver su trayectoria a través de sus escritos. Es un hombre que vivió una vida agónica, en el mejor sentido de la palabra. No fue un santo creado de la noche a la mañana, sino que vemos su trayectoria, y por eso él nos puede hablar a nosotros también. Él tuvo que trascender y superar muchos momentos, muchas cosas en su propia vida. Y él habla acerca de su pasado, y de cómo él tuvo que olvidarse de su pasado, aunque uno no se olvida del pasado evidentemente, pero sí tuvo que dejar atrás muchas cosas para poder ir hacia lo que Cristo lo había llamado a conseguir y agarrar.


Y él habla en los primeros versículos, él habla acerca de su gran pasión por conocer a Jesús. Me gustó que ese himno que Kathy usó para su danza, “Quiero conocerte.” Y ese debe ser el anhelo de todos nosotros, conocer a Cristo y llegar a ser lo que Cristo quiere que nosotros seamos. Ahora, para llegar a esa imagen de lo que Dios tiene para nosotros, hay que pasar por mucho territorio difícil, exigente, con mucha textura y muchos momentos de dificultad.


Entonces, Pablo habla de su deseo de conocer a Cristo, y de eso hablé el miércoles. En el versículo 10 él dice que “… él lucha a fin de conocerle, conocer a Jesús, y conocer el poder de su resurrección y participar en sus padecimientos y llegar a ser semejante a Él en su muerte.”


Entonces, él habla de la imagen que Dios tiene para él y también para nosotros. El deseo de Dios es que nosotros lleguemos a conocerlo. ¿Sabes que Dios quiere ser conocido por ti? Dios, a diferencia de muchas otras religiones como el hinduismo y el budismo, que nos hablan de un Dios distante, aún el islamismo tiene mucho de ese Dios distante. Estas religiones son muy apasionadas y muy entregadas pero no conocen a ese Dios en la manera íntima que el cristianismo nos deja conocer a Dios. Aún el judaísmo que es nuestra matriz, cuando el Señor habla del Padre como Aba, era algo totalmente insólito, era algo que los fariseos no podían entender porque ellos veían a Dios como algo tan santo, tan distante, que no podían acceder a él.


Pero Jesús trae una nueva imagen del Padre, de un Padre que nos ama, nos trata íntimamente, nos conoces y que quiere ser conocido por nosotros. Tanto así que se hizo humano para que nosotros pudiéramos consumirlo. Se hizo que nuestra medida. Bajó a nuestro nivel para Él conocernos a nosotros mejor, porque como es Dios, Él conoce todo y conoce nuestra humanidad y conoce cada aspecto de nuestra vida, pero Él quiso también experimentar nuestra humanidad lo cual Él no podía en realidad porque es Dios y nos conocía en teoría. Pero Él quería conocernos de verdad y por eso se convirtió en hombre para vivir lo que nosotros vivimos.


Y Jesús al conocernos de esa manera, dice la Biblia, que ahora cuando Él intercede por nosotros, Él intercede como ningún sacerdote del judaísmo podía interceder por nosotros, porque Él intercede por nosotros sabiendo lo que nosotros somos. Él se compadece de nosotros y puede interceder de una manera muy personal. Dios quiere ser conocido de esa manera por nosotros.


Y eso es lo que Pablo habla acá. Cuando nosotros conocemos a Dios como Él quiere que nosotros lo conozcamos, eso revoluciona nuestra vida. Mucha gente es religiosa pero no ha tenido una experiencia absolutamente personal del Padre. Y eso es lo que el cristianismo ofrece. Entonces, Pablo dice, “yo quiero conocerlo, para eso yo vivo.”


Pero entonces, en el versículo 12 él complica la cosa y dice, “… no que lo haya alcanzado ya.” Él nos recuerda que él todavía está en vías a conocer a Dios, en vías a llegar a ser eso que Dios quiere que él sea. De nuevo, el Apóstol Pablo nos deja saber que es una trayectoria. Se trata de un viaje. La vida cristiana es un viaje, hermanos. La vida cristiana es un viaje que nunca termina, nunca llegamos verdaderamente.


Y yo creo que una de las cosas que nosotros tenemos que aprender acerca de la fe cristiana, es que es una trayectoria. Desde que nosotros entramos al conocimiento de Cristo, entramos en un viaje, y ese viaje solo termina cuando morimos. Y yo creo que el tener ese conocimiento de la vida cristiana como un viaje debe transformar nuestra experiencia. Porque mucha gente entra al cristianismo como si fuera un llegar. Aceptan a Cristo, pasan al frente, y entonces, la vida de muchos cristianos se convierte en simplemente como algo religioso. No es algo dinámico.


Y yo creo que para tu verdaderamente llegar a ser lo que Dios quiere que tu seas, es importante que tu entiendas que tu vida es un viaje y que Dios te llama a un viaje maravilloso de conocerlo a Él y que Él te quiera… Él te quiere conocer a ti también en una manera diferente.


Uno de mis versículos favoritos en estos días, estos meses, ha sido – y yo creo que lo he compartido con ustedes – uno de los salmos, dice, “Te haré entender,” Dios hablándole al salmista, “Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar. Sobre ti fijaré mis ojos.”


Y a mí me encantan esos pasajes de la Escritura que nos sugieren que la vida cristiana es un viaje de conocer al Padre, es una cosa de intimidad con Él, es una cosa de llegar a conocerlo más íntimamente. Es una trayectoria. No empobrezcas tu experiencia de Dios convirtiéndolo en algo pasivo y estático. Entra al Evangelio sabiendo que Dios quiere tener amores contigo. Dios quiere hacer de tu vida un proceso de intimidad, de conocerlo más a fondo.


Y eso es lo que Pablo dice, “… No que lo haya alcanzado ya.” Imagínese, este hombre escribió dos terceras partes del Nuevo Testamento. Tuvo experiencias en el Séptimo Cielo, él dice, y escuchó cosas de parte de Dios que dice que ni siquiera se le dio permiso para compartirlas con otros seres humanos. A ese nivel de experiencia tuvo él con los misterios del cielo. Y aún así, este hombre dice, “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto.”


Sabes hermano, tu nunca llegas. Nadie puede llegar a decir como que ya yo no tengo más nada que aprender de mí mismo o de la fe, de Cristo. La vida cristiana es una vida de perpetua renovación.


Ustedes recordarán ese versículo que también sirve como lema para mi vida, “Porque la senda del justo es como la luz de la aurora que va en aumento hasta que el día es perfecto.” Y cuando yo pienso en eso pienso en una flecha viajando interminablemente a través del cielo, de la atmósfera y nunca llegando a su blanco totalmente, pero va en ascenso, va subiendo, subiendo, subiendo. Y así es que tu tienes que ver tu vida.


Dondequiera que tu estés, recuerda que todavía hay mucho más que aprender, mucho más que conocer a Dios, mucho más que Él quiere tener intimidad contigo, más santidad, más entrega, más servicio, más perfeccionamiento, más soltar cosas del pasado. Enamórate de la jornada. Enamórate del viaje porque ahí está mucho del excitement, del entusiasmo y la pasión de la vida cristiana.


Él dice, “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto.” Pero ¿qué hace Pablo? ¿Se desespera porque no puede llegar a dónde él quiere llegar? No, él dice, “…sino que prosigo.” De nuevo, la vida cristiana es un proseguir, es un caminar para llegar a lo que Dios quiere para tu vida. ¿Y por qué prosigue él? ¿Qué es lo que él está buscando?


Dice, “…Para ver si logro agarrar.” Asir es una palabra muy fuerte, piense en una tenaza que agarra algo. Para nosotros llegar a conocer a Cristo tenemos que tener un grado de desesperación. Si tu no estás desesperado en algún momento de tu vida cristiana, estás perdiéndote de una gran oportunidad.


Y yo he dicho quizás con ustedes, no sé si con el ministerio en inglés, que para nosotros llegar a donde tenemos que llegar, tenemos que ser desesperados. Tenemos que llegar a un momento de urgencia. Moisés le dijo al Padre, “Señor, tu me has dado muchas cosas, me has bendecido, me has permitido…, pero yo quiero ver tu rostro, yo quiero conocerte.”


La vida cristiana tiene que tener un grado de desesperación. Y mucha gente en el Evangelio está muy contenta y muy cómoda donde están. Pero nosotros tenemos que ser desesperados. Una de las cosas que a nosotros nos debe desesperar, a mí ciertamente me desespera es todo lo que Dios tiene que hacer todavía en mi vida, trabajar en tantas maneras, en tantas cosas que yo tengo que dejar, tantas capas que tengo que soltar en mi vida.


Si tu no estás desesperado porque Dios haga algo mayor en ti, si tu no estás absolutamente horrorizado con lo que tu eres en este momento, a la luz de todo lo que Dios quiere hacer en tu vida, te estás perdiendo de una gran experiencia. Los cristianos tenemos que estar desesperados para que Dios nos cambie, nos transforme, nos lleve a nuevos niveles. Tenemos que estar desesperados con nuestra propia pecaminosidad.


El Apóstol Pablo mismo, creo que es en Romanos:7 donde él dice, “Miserable de mí, ¿quién me librará de ese cuerpo de muerte?” Es este hombre que ha escrito mucho del Evangelio, llega un momento en que él se frustra.


Hermanos, muchos de nosotros no llegamos a más en la vida cristiana porque no estamos lo suficientemente desesperados. Yo sé que se habla mucho de confiar en el Señor, de soltarnos en el Señor, y eso sí tiene su lugar. Pero a mí me gusta la gente agónica, porque yo soy agónico, yo lucho y sufro, y agonizo por Dios y por muchas otras cosas. Y a mí me gusta la gente agónica, me gustan los personajes en las novelas y en la literatura, que luchan. Jacob luchó en el ángel y le dijo al ángel, “No te voy a dejar hasta que no me bendigas.”


¿Cuántos de nosotros nos sentimos así en nuestro caminar? Que decimos, “Señor, yo no te voy a soltar hasta que tu no completes tu obra en mí.” Y nos sentimos apasionados. La Biblia está llena de gente agónica que recibió su bendición porque estaban desesperados. Hasta que tu no te desesperas con tu condición y con tu necesidad de tener más de Dios, no vas a alcanzar. A Dios le gusta la gente como la mujer con el flujo de sangre, que se metió entre la multitud sabiendo que estaba violando la ley judaica, que estaba haciendo impuros ritualmente a toda la gente que estaba alrededor de ella, se escabulló entre la multitud y le robó sanidad al Señor, porque lo tocó sin que Él supiera que ella lo iba a tocar. No le pidió permiso. Estaba tan desesperada.


Piense en los amigos del paralítico que rompieron el techo de una casa para meter a su amigo y obligaron al Señor, okay, se lo pusieron en frente, ahora ¿qué tu vas a hacer? El Señor ve esa soga bajando y una camilla y ahí está este hombre. ¿Y qué podía hacer el Señor? Tenía que sanarlo. El ciego Bartimeo le grita al Señor, “Señor, hijo de David, ten misericordia de mí.” Y ahí están todos los discípulos, “Cállate. No lo molestes al Señor. Déjalo, Él está demasiado ocupado.” “Señor, hijo de Dios, ten misericordia de mí.” Y el Señor se detiene porque Él tenía una necesidad.


La Biblia está llena. La mujer sirio fenicia, su hija endemoniada, se acerca al Señor, “Señor, mi hija está endemoniada.” Y el Señor la despide con un insulto casi. “No es lícito darle la comida de los hijos a perrillos.” “Sí, Señor, pero aún los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa.” Y el Señor se ríe y dice, “Me pillaste. Está bien, tu hija es sanada por esa palabra en este momento.”


Hermanos, no recibimos más porque no agonizamos. No pedimos. Pídele al Señor que te lleve a ese punto del rojo vivo donde si Él no te visita y no hace algo con tu vida, te vas a morir. Ahora mismo Dios sabe mi anhelo, que las peticiones que yo tengo delante de Él y si Él no hace algo, no sé qué va a pasar porque quiero conocerle, quiero tener más trato con Él.


Entonces, dice, “… no es que lo haya alcanzado ni que ya sea perfecto, sino que prosigo para ver si logro agarrar aquello para lo cual yo también fui agarrado por Cristo Jesús.”


Y él enfatiza de nuevo, “…Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo alcanzado, pero una cosa hago, olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante.”


Sabe que la vida de santificación y de crecimiento en el Señor es una vida de dejar atrás muchas cosas. La vida del cristiano es un perpetuo morir. Hay que abandonar muchas cosas. Yo decía el domingo pasado que a veces tenemos que dejar cosas muy buenas. No todo lo que el cristiano tiene que dejar es necesariamente feo, malo, pecaminoso. Hay cosas que simplemente a la luz de lo que tu sabes que Dios quiere hacer en tu vida, en su llamado, de tus anhelos de santidad y de mayor entrega al Señor, no son convenientes para ti. Para otros quizás está bien. No es lo mismo un atleta que quiere jugar basketball en las canchas de su vecindario, que uno que quiere jugar en las grandes ligas de la NBA, o que uno que quiere ser un atleta olímpico. Puede que el otro puede comer todos los dulces que quiera, porque va a jugar en el vecindario, pero un atleta olímpico necesita eximirse de muchas cosas. Y así mismo pasa con nosotros.


Nosotros somos llamados a vivir una vida de completa entrega al Señor, de consagración a Él y eso es lo que nosotros tenemos que pedirle. Pero tenemos que entender que el nivel de vida al cual Dios nos llama es de entrega total, de completa consagración a Él. Y tenemos que dejar muchas cosas.


Dice, “Una cosa hago olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante.”


Y eso es lo que yo quiero sobre todo en los minutos que me quedan, hablar acerca de la transformación de la mente. Mucho de lo que nosotros tenemos que dejar está dentro de nosotros. No son cosas de afuera. Son hábitos mentales, actitudes, ataduras, prácticas que requieren la renovación de nuestro cerebro, nuestra mente, para ser concretos.


Pablo dice, “No os conforméis a este siglo sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, vuestra mente.”


Y lo que llamamos el proceso de santificación, suena muy espiritual, es en realidad el proceso de renovación de las neuronas de nuestro cerebro, nuestro entendimiento, la forma en que interpretamos la vida. Hay muchas cosas que nos atan y nos agarran, nos aguantan a la santificación que Dios quiere que nosotros experimentemos. Y eso requiere un cambio radical en nuestra forma de ver el mundo.


Y una de las cosas que eso me recuerda es, primero, yo creo que nosotros tenemos que formarnos una visión de cuáles son las cosas que nosotros queremos trascender. Yo creo mucho en nombrar nuestros gigantes. Yo creo mucho en nombrar y declarar una visión específica.


¿Cuáles son las áreas que tu necesitas cambiar en tu vida? ¿Cuáles son las cosas que te están impidiendo llegar a un nivel mayor? ¿Cuáles son las ataduras mentales? ¿Cuáles son los hábitos mentales? ¿Cuáles son los rasgos de tu temperamento?


Mira, escribe esas cosas. Yo creo mucho en escribir nuestras visiones y en plasmarlas de una manera que nosotros las podamos ver. Habacuc dice, “Escribe la visión.” Y nosotros tenemos que nombrar nuestros gigantes. Yo te aconsejo que un día de estos te quedes una mañana en tu cuarto o en tu sala, cojas una mascota, algo para escribir, y en oración y quizás en ayuno, pases esas cuatro, seis horas, ocho, de 7:00 de la mañana a 12:00 digamos, y la pases meditando, leyendo la palabra, pidiéndole al Espíritu Santo que te ilumine.


Y entonces deja que el Espíritu Santo te diga cuáles son las áreas que tu debes cambiar en tu vida, cuáles son las relaciones que tu debes cambiar, cuáles son los hábitos, cuáles son los rasgos de tu temperamento. Escribe la visión y yo te aseguro que eso va a trasformar tu vida. Nosotros tenemos que nombrar nuestros gigantes, porque muchos de nosotros vivimos una vida como indefinida y entonces no sabemos… Sabemos pero no hemos nombrado específicamente las áreas, las metas que nosotros debemos seguir.


Pablo tenía una meta bien clara, es conocer a Cristo como Él quiere ser conocido. Y esa era su meta. Y entonces, muchas veces nosotros tenemos que coger una visión general y desmontarla en sus partes constitutivas porque decir, por ejemplo, yo quiero ser agradable a Dios. Bueno, ¿qué quiere decir eso? ¿En qué áreas de tu comportamiento, de tus rasgos de carácter? La visión hay que desmontarla en sus partes constituyentes y entonces, proceder a realizarlas una a una a lo largo de la vida, y esa va a ser tu agenda. Esa es la petición que tu vas a poner delante del Señor. Ese es tu gigante que tu vas a derribar. Esa es una maquinaria de maldad que tu vas a ir desmontando pieza por pieza a lo largo de tu vida.


Y el Señor ama a la gente que es concreta y que le presenta al Señor rasgos de carácter, pensamientos que son ataduras del pasado, hábitos mentales, relaciones personales, trabajo, todo. Nombra eso y entonces, preséntaselo al Señor y dile, “Padre, eso es lo que yo quiero que tu hagas en mi vida.” Y entonces, procede a lo largo de tu vida a destruir una a una esas fortalezas. Tu mente tiene que ser renovada. Dios quiere que nosotros renovemos la forma en que pensamos.


Y otra cosa bien importante es lo siguiente, es que tu tienes mucho que ver con esa transformación. No es solamente Dios el que lo va a hacer. A veces nosotros le damos más, no sé cómo llamarlo, más asignaciones a Dios de las que Él quiere asumir. Tu sabes que tu eres responsable por una buena parte de las cosas que pasen en tu vida. Dios no lo hace todo. Dios no te abre la tapa del cerebro y comienza a manipular tus neuronas, sino que Él espera que tu también pongas de tu parte.


A mí me asombra cuán seriamente Dios nos toma y cuánto Él espera que nosotros participemos en nuestro propio proceso de santificación. Hay cosas que si nosotros no cooperamos, Dios no las va a hacer. ¿Por qué? Porque Él nos respeta, Él nos trata como adultos.


Cuando Dios creó a Adán en el huerto del Edén, le dio una autoridad increíble. Le dijo, “Señoreen sobre el mundo.” Le dio al hombre una tremenda autoridad. Y Dios no revocó esa autoridad cuando el hombre pecó. Dios nos trata como adultos. Y muchos de nosotros que queremos darle a Dios mucho crédito, queremos reconocer su señorío, su soberanía, nos vamos demasiado lejos y nos olvidamos de que a Dios le gusta trabajar con nosotros. Dios no nos torna en marionetas. Nosotros tenemos mucho que hacer en nuestro proceso de santificación. Eso quiere decir que tu tienes que cooperar con el Señor.


Por ejemplo, una de las cosas es… nosotros podemos usar nuestra boca para confesar cosas buenas y positivas que Dios quiere para nosotros. Tenemos que cambiar nuestro vocabulario. Mucha gente está llena de negatividad. Hay personas que aún en esta congregación, años de conocerle, “¿Cómo está, hermana?” “Bueno, ahí, usted sabe luchando, pastor. El Señor esto y lo otro.” Y siempre están en negatividad y en lucha. Y eso está bien por una parte, pero la verdad es que también hay que confesar cosas buenas y positivas.


Una de las cosas que a mí me impacta acerca de David es que él nunca se quedaba en una confesión negativa, siempre encontraba alguna forma de decir algo también positivo. Él habla, por ejemplo, “…como el siervo brama por la corriente de las aguas, así clama por ti.” Y habla acerca de su crisis y su necesidad por eso dice también, “¿Por qué te abates, oh, alma mía? Espera en Dios porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío.” Entonces, David usaba su lengua, su boca para confesar cosas buenas que Dios quería hacer.


Nosotros tenemos también que usar la palabra. Muchos cristianos no conocen la palabra. No se han impregnado, no se han llenado de la palabra. Y nosotros tenemos que cooperar con nuestra santificación llenando nuestra mente de cosas positivas. La Biblia dice, “Si hay algo bueno, si algo digno de admiración, en esto pensad.” Hermano, tu tienes que conocer la palabra.


Yo tuve una conversación en estos días con una persona que lleva ya un cierto tiempo en León de Judá, viene y va, no está tampoco tan entregada completamente, pero me asombró su falta de entendimiento acerca de la palabra con respecto a una situación que está confrontando en su vida familiar personal. Y me di cuenta de cuán cruda esta persona está en términos de la palabra de Dios. Evidentemente si conociera la palabra no estaría en las posiciones en que se encuentra ni procesando su crisis tan infantilmente como lo está haciendo. Evidentemente esta persona es una novata, una neófita en el conocimiento de la palabra de Dios.


Si tu quieres vivir una vida agradable al Señor tienes que empaparte de la Biblia, tienes que convertirte en un fanático de las Escrituras. Y tienes que hacerlo en el Nuevo Testamento y en el Antiguo Testamento. Porque hay mucha gente que solamente se concentra en el Nuevo Testamento porque creen que ya el Antiguo Testamento no tiene nada que decir. No, el Viejo Testamento es tan importante como el Nuevo.


Yo me admiro de cuánto me enseña a mí. Es más, yo creo que a veces aparte de la importancia de Cristo en el Nuevo, a mí me gusta más el Antiguo Testamento que el Nuevo personalmente. Pero tienes que conocer la palabra. Si tu quieres ser transformado en tu vida, aprende algo y es que tu tienes que usar la palabra de Dios para ir renovándote. Dice que “la palabra de Dios es viva y eficaz y más penetrante que toda espada de dos filos.” Y penetra hondo hasta dividir los pensamientos del corazón, del espíritu. Ella te ayuda, te da discernimiento.


La Biblia es un tremendo aliado para darnos entendimiento acerca de nosotros mismos. Entonces debes conocer la palabra, debes hablar cosas positivas, debes tener tiempos de adoración. La adoración limpia el paladar. Es como un catador de buenos vinos que necesita aclarar su paladar para gustar de algo muy sutil. La adoración te prepara para escuchar la palabra de Dios.


Cuando nosotros adoramos, es tan importante hermanos esto que hemos hecho hoy, sacar tiempo. Yo estaba pensando acá, ¡guau! Tantas cosas que estamos haciendo, lo largo que fue el tiempo de intercesión, pero ¿sabe qué? Yo entiendo que esos momentos de adoración y de compenetración con el Espíritu Santo valen más que muchas predicaciones. Cuando el pueblo se postra ante Dios y la gente llora y tiene una catarsis espiritual por medio de la adoración, eso vale 20 mil sermones muchas veces. Hay cosas que Dios hace cuando usted viene al frente que no lo hará ningún predicador.


Así que yo conozco la importancia de la adoración. Y si tu quieres transformar tu vida necesitas tiempos de intimidad con Dios. Saca tiempo para estar ante la presencia del Señor. Pelea por esos momentos de vida devocional, porque eso te va a ayudar en la transformación de tu mente también.


Es importante que tu participes en lo que Dios quiere hacer de tu vida. Otra cosa que yo creo que entender es que como Pablo dice aquí, usted ve que la vida cristiana, como decía, es un viaje a largo plazo. Nunca termina. Es importante que tu te armes de este pensamiento, de que la vida cristiana es un proceso dinámico y que a veces se toma mucho tiempo en llegar a donde Dios nos quiere llevar.


Eso quiere decir que no te debes desalentar. Cuando tu falles en tus aspiraciones, cuando la espera se haga demasiado larga, cuando tu te frustres contigo misma muchas veces porque creías que estabas más adelantada de lo que de momento descubres que estás en tu caminar con Dios, cuando haya esos momentos de derrota, de caída, de fracasos, de espera, recuerda que la vida cristiana se toma tiempo y que Dios se deleita en el proceso y que tu también debes aprender a ser paciente contigo misma o contigo mismo y saber que hay proceso que Dios quiere por el cual tu debes pasar y que eso va a incluir zigzagueos, retrocesos antes de ir hacia adelante y que todo ese proceso Dios está sacándole provecho y tu mismo también le vas a sacar provecho.


Así que no te impacientes con lo difícil del viaje. Y yo creo que es importante entender eso porque a veces nosotros creemos que la vida cristiana y el proceso de santificación es algo que pasa instantáneamente. Dios nos toca con una varita mágica y ya somos súper santos. Se toma tiempo, aún en el mejor de los casos. Hay gente muy entregada al Señor, que yo entiendo a veces que exageran lo que verdaderamente han pasado en su propia vida porque no se dan cuenta todavía de lo mucho que tienen que caminar o que son impacientes con los demás porque no han llegado donde debieran llegar.


Entonces, yo creo que es bueno entender que Dios te quiere llevar a un fin pero ese final te va a tomar mucho tiempo y debes ser gentil contigo mismo también. Perdónate a ti mismo muchas veces. Si tu te encuentras que le fallas al Señor, arregla cuentas, pide perdón, confiesa y vuélvete a montar en el caballo y sigue adelante. Porque la vida cristiana es larga y Dios va a usar esos momentos de proceso para fortalecerte y para formar el hombre o la mujer que Él quiere formar en ti.


Entonces, Él va a usar todos los materiales de tu vida. Él va a usar las tragedias, las pérdidas, los fracasos, los detenimientos, los desiertos, todo Él lo usa para crearse un hombre o una mujer a su placer y conforme a sus especificaciones. Yo creo que si nosotros entendiéramos esto de la vida humana, de la carrera cristiana, nos descorazonaríamos menos.


Yo hablaba con una jovencita el viernes, tuvimos un tiempo precioso con los jóvenes. De paso, sigan orando por la juventud. León de Judá tiene una juventud, niños de 16, 14, 13 años. Dios está haciendo cosas preciosas y tuvimos un tiempo acá de unción maravilloso el viernes pasado. Hablaba con una jovencita, no quiero darles muchos detalles, eso fue antes de que comenzara el servicio. Estaba pasando por un tiempo difícil y… no quiero revelar mucho, pero es una crisis que ninguna jovencita de su edad debiera estar pasando en su vida. Y su madre me había dicho acerca de su situación y estuvimos hablando. Yo le decía acerca de la importancia de que ella entendiera que de esa gran tragedia que ella está viviendo, Dios podía sacar algo bueno, que ese padecimiento Dios lo puede aprovechar. No es que Dios lo cause, pero Dios le puede sacar provecho, pero todo depende de cómo ella vea ese momento que ella está viviendo.


Y yo le decía, “Mira, algunas de las cosas que yo creo que Dios puede usar a través de esta crisis que tu estás pasando, Dios puede acercarse más a ti y tu a Él. Tu puedes usar este tiempo para saber que nadie puede entrar en ese territorio donde tu estás, pero lleva tu carga al Señor, habla con Él, llora delante de Él, habla con Él como si fuera tu psiquiatra o tu padre, y deja que Él entonces complete su trabajo en tu vida. Lo que tu estás pasando te puede hacer más compasiva hacia los demás un día. Tu vas a poder entender mejor a las personas que están donde tu estás.”


La Biblia dice que Dios a veces nos consuela para que al nosotros ser consolados podamos consolar a otros con la misma consolación con que Él nos ha consolado a nosotros. Muchas veces las crisis de tu vida, los padecimientos es Dios preparándote para que tu puedas entonces ser un agente de su gracia con otros. El sufrimiento, los padecimientos, las luchas, los reversos de la vida, nos permiten comprender mejor a los que fallan y a los que sufren, y podemos entonces ser más entendidos en cómo los aconsejamos a ellos. Nos pueden preparar para ser pastores, para ser consejeros, para ser evangelistas. Los padecimientos de la vida nos hacen más humildes, entendemos mejor nuestras fallas, etc.


Dios le saca provecho a todas las cosas que están pasando en tu vida. Todo lo que está trabajando en tu vida es para llevarte a un nivel. Los desiertos de la vida… Elías, un hombre igualmente poderoso que el Apóstol Pablo, no creo que haya un profeta que haya hecho más milagros portentosos que el profeta Elías, y sin embargo en una ocasión Dios lo lleva al desierto. Y Elías llega al punto en que desea morirse dice, está cansado ya del ministerio, y le pide al Señor, “Señor, ya sácame de aquí porque yo no tengo más fuerza que mis semejantes.” Yo diría que se deprimió. Tuvo una depresión muy profunda. Y el Señor usó eso para renovar su ministerio. Dios lo puso a caminar 40 días en el desierto y lo llevó a una cueva y allí le mostró un aspecto de su persona que Elías no conocía, el aspecto maternal, el aspecto nutritivo y generoso de Dios.


Elías solamente conocía el fuego, el azufre. Acababa de matar 400 profetas de Baal. Un pentecostal a rajatablas, ¿verdad? Pero el Señor lo quería convertir en un verdadero pastor que conociera esa parte. Y lo llevó al punto en que al ser confrontado con sus limitaciones, al llegar al extremo de su vida, él pudo entender esa otra parte de Dios, el aspecto maternal.


Y así Dios va a usar tus experiencias y tus luchas para darle textura a tu vida. Sabe que muchas veces para tu ser una persona rica, compleja, y abarcadora en tu personalidad, Dios tiene que torturarte muchas veces. Dios tiene que torcerte en maneras increíbles.


Yo le decía a la congregación esta mañana, hablando en términos íntimos míos. Una imagen que yo tengo de mi vida cuando yo llegue a ser un anciano, que yo espero llegue hacerlo, es ser como un árbol de esos árboles torcidos que uno ve a veces que han sido, a través de décadas de existencia expuestos a los elementos, expuestos al frío, al viento, al calor, a la lluvia. Su tronco se tuerce un poco pero son bellos en una forma rara porque tienen una belleza diferente, porque han pasado por mucho. Y entonces, esos árboles centenarios tienen una belleza que no tiene un arbolito de 10 años o 15 años, porque ha sido expuesto a muchas experiencias y su belleza es una belleza fea, por así decirlo, es una belleza contra intuitiva, porque es complejo.


Y yo creo que lo que Dios más quiere de nosotros es complejidad. Dios no quiere cristianos superficiales, Dios quiere cristianos como Cristo, complicados, complejos. Sabe que al Señor lo reclaman todos. Los fariseos lo llaman Señor, los liberales lo llaman Señor, los sensuales lo llaman Señor en este tiempo, los de derecha lo reclaman, los de izquierda lo reclaman, los científicos lo reclaman, la gente ignorante y no educada lo reclama. ¿Por qué? Porque el Señor es elusivo. Él es todo. Él es el Hijo del Hombre. Él puede ser reclamado por todos los seres humanos, porque todos los seres humanos se reconocen en Él, porque Él es extremadamente complejo como Dios solo lo puede ser.


Él quiere que nosotros seamos así también. A Dios le gustan los cristianos, los hijos complejos que han experimentado mucho, han visto mucho, han sufrido mucho, han padecido mucho, han fallado mucho, y por eso reflejan la complejidad del Padre. Lo que Dios más le gusta es un creyente complejo.


Dios no es tan quisquilloso. A veces nosotros creemos como que Dios es tan delicado que si tu lo tocas se rompe. Dios es fuerte. A Dios le gustan las iglesias fuertes, los cristianos fuertes, que no se escandalizan con nada.


Yo estaba hablando con una persona haciendo una diligencia por teléfono. Y fíjese cómo es la gente, por alguna razón ella supo que yo era pastor. Es una americana y ella me está deletreando un código que me quiere dar. Usted sabe que la gente usa a veces la letra, D como David, A como Ana, etc., y en una dijo W como whisky. Y después dijo, “Oh, pastor, perdóneme,” dice por teléfono, “discúlpeme yo no quería usar esa palabra.” “Muchacha, si yo no me escandalizo fácilmente por nada. A mí no me importa. Gracias por el respeto que me tienes pero eso a mí ni me quita ni me da.”


Porque la gente a veces cree, y eso pasa a veces en los aviones. A veces a mí no me gusta que la gente sepa que yo soy pastor porque se congela la conversación enseguida. Estamos hablando lo más bien, y al momento que me dicen, “¿Qué tu haces?” “Ah, yo soy pastor.” Fin de la conversación. Creen que uno es… y no conocen a uno.


Entonces, Dios quiere cristianos realistas, cristianos complejos, cristianos que huelan a oveja. Porque esa es la gente que Dios necesita. La gente quisquillosa y más santa que San Pablo, no son buenos para comunicar el Evangelio. Y yo creo que la gente realista es la gente que ha vivido mucho, ha padecido mucho, ha sufrido mucho, ha fallado mucho, ha visto a Dios en diferentes maneras. Y eso es lo que Dios aspira de tu vida, que tu seas un hombre, una mujer compleja, un hijo del Hombre. Que tu sepas que ninguna emoción es ajena al Padre, y que la gente vea en ti una persona que es capaz de comunicarse en cualquier situación porque tu conocen dónde están ellos parados.


La Biblia habla de que Cristo se compadece. Él es un sumo sacerdote que se compadece de nosotros porque Él estuvo donde nosotros estamos. Y yo le pido al Señor que León de Judá sea una congregación de gente, y una comunidad de gente accesible, gente normal, gente que no se escandalice por nada, porque ellos saben que lo que es la condición humana.


La Biblia dice que Dios se compadece de nosotros como se compadece el padre de los hijos porque Él conoce nuestra condición y se acuerda de que somos polvo. Dios va a permitir que tu trayectoria espiritual sea a veces zigzagueante, pero eso es para hacerte como ese tronco. Si algo quiero que se quede en tu mente de todo este mensaje que ya concluyo, es la idea de que tu quieres ser un árbol complejo, un árbol no con una belleza de estampilla, de tarjeta de cumpleaños, sino un árbol un poco siniestro, por así decirlo, lleno de complejidad, de textura, a través de experiencias que Dios te quiere pasar.


Dios quiere que tu vida y tu caminar cristiano sea algo maravillosamente complejo, fuerte, extraño, raro, intrigante. Y pídele al Señor eso, que te deje vivir y conocerlo a Él como Él quiere ser conocido. Que tu lo puedas conocer en lo trágico de su cruz, en lo siniestro de sus clavos metidos en sus manos, en el momento de sudar gotas de sangre en Getsemaní, en el momento de ver el Espíritu Santo descender sobre Él en forma de paloma, en el momento de coger el látigo y azotar a los cambiadores de monedas en el templo, en el momento de ser un bebé como cualquier otro, haciendo sus necesidades, el Hijo de Dios en el momento de ver a su madre sufrir desde la cruz y ver su agonía y no poder asistirla.


Ese es el Cristo que Dios quiere que nosotros conozcamos y que nosotros lleguemos a ser como Él en sus padecimientos. Porque eso es lo que quiere decir Pablo, “yo quiero conocerlo a Él en sus padecimientos.” Hay gente que solo quiere conocer a Jesús en el domingo de la Resurrección, pero qué del viernes de la crucifixión.


Así que pídele al Señor. Vamos a pedirle al Señor que nos haga cristianos complejos. Póngase de pie un momentito y oren conmigo, y digo conmigo porque yo mismo voy a estar aquí con ustedes orando para que el Señor me ayude a conocerlo mejor y que Dios haga de congregación León de Judá una iglesia ejemplar, hecha de hombres y mujeres que han experimentado su propia crucifixión y que han entrado en la jornada de la vida cristiana con toda su complejidad.


Oh, Padre, pedimos esta tarde, nuestro anhelo es conocerte, Señor. Conocerte en todas las facetas de tu vida y de tu personalidad. Haz de esta congregación un enigma para la humanidad y la ciudad en que vivimos, algo que provoque en ellos curiosidad, que cuando nosotros caminemos por las calles de Boston y de Massachusetts y Nueva Inglaterra, la gente vea hombres y mujeres crucificados. Hombres que están en proceso, hombres y mujeres, familias que están siendo tratados por tu espíritu.


Queremos reflejar la complejidad de Cristo Jesús. Yo pido, Padre, que en esta tarde este pueblo sea inspirado a llegar a nuevos niveles de conocimiento de ti. Yo sé, Señor, que tu conoces a cada uno de mis hermanos y hermanas y tu sabes lo que están pasando en este momento. Tu te inclinas desde tu trono y tu miras sobre cada uno de nosotros. Tu conoces el dolor por el cual estamos pasando muchos de nosotros. Tu conoces la agonía y el sufrimiento por nuestros hijos que están en sus propias trayectorias.


Tu conoces la soledad de muchos, conoces la ansiedad de otros. Conoces la pena que sentimos por no ser más como tu quieres que seamos. Conoces aquellas que están luchando con una relación que saben que no es la que tu quieres que tengan. Conoces al que vende cosas que no debiera estar vendiendo. Conoces al negociante que sabe que su trabajo le impide llegar a donde tu quieres que ellos lleguen.


Tu conoces a las madres que penan por sus hijos, los esposos o esposas, que luchan por su matrimonio. Tu conoces a aquellos que sangran porque recuerdan que hicieron algo que no debieron haber hecho, ofendieron a alguien, hicieron daño a alguien, violaron alguna confidencia, violaron alguna lealtad.


Padre, nosotros somos historias vivientes. Cada uno de nosotros está pasando por un problema, una pena, un temor, una angustia, una depresión, una ansiedad. Hemos sido diagnosticados con enfermedades crónicas pero tu ves toda esa materia y tu estás fijando tus ojos en cada uno de nosotros. Y tu vas a usar todos esos padecimientos para algo bueno, noble, hermoso que te glorifique a ti.


Yo declaro, Padre, que este pueblo que te abraza y se agarra de ti como Jacob se agarró al ángel, no será decepcionado. Tu vas a hacer algo maravilloso en sus vidas y tu vas a estar usando todo.


Hermanos, yo puedo decirle ahora mismo que Dios está mirando sobre ustedes y está viendo cada proceso que ustedes están viviendo. Cada uno de ustedes es importante, cada uno de usted ahora mismo, Dios tiene puesto su ojo sobre ti y Él conoce tu lucha. Él conoce tus desvelos. Él conoce las peticiones de tu corazón. Y Él se compadece de ti como el padre se compadece de los hijos. Y Dios está usando todos los aspectos de tu vida para formarse un hombre, o una mujer que al final de su trayectoria, Él diga, “Ese es mi hijo. Esa es mi hija. Me siento orgulloso de él o de ella.”


Aunque no seamos completos y perfectos, pero al amarte tanto y al luchar tanto para agradarte, tu te vas a agradar de nosotros. Así que, Padre, fórmate una comunidad hermosa, compleja, bella en formas que nosotros no podemos explicar. En este día te damos gracias por ser parte de familia, Señor. Y te pedimos que nos lleves a nuevos niveles, en el nombre de Jesús y el pueblo de Dios dice, amén. Dios les bendiga, mis hermanos. Amén.

"La renovación de nuestra mente":

Dr. Roberto Miranda
Vence tu pasado
El autor habla sobre la importancia de dejar atrás cosas que nos impiden disfrutar del Reino de Dios y tener intimidad con Él. Invita a los lectores a abrirse al trato sanador de Dios y recibir su restauración y liberación.


Dr. Roberto Miranda
Sermones clásico #6050: La renovación de la mente
En este sermón, el Pastor Roberto Miranda habla sobre la importancia de despojarse del viejo hombre y de las pasiones mundanas para poder entrar plenamente en la mente de Dios. El enemigo ha armado una conspiración para que el hombre viva obedeciendo a los dictados de la carne y del mundo, y debemos renunciando a eso. La alternativa es la renovación en el espíritu de nuestra mente y la vida de Dios corriendo dentro de nosotros.


Pablo Polischuk
Salvación - Un Plan Completo
Un plan completo para la salvación según Romanos 8:28-30 por Pablo Polischuk


Dr. Roberto Miranda
Debemos tener una perspectiva sobrenatural
En este sermón, el pastor habla acerca de la importancia de tener una mentalidad sobrenatural en lugar de una mentalidad natural y meramente intelectual. Él explica que nuestra mentalidad es como un programa que determina nuestras expectativas y limita lo que Dios puede hacer en nuestras vidas. Para tener experiencias poderosas y transformadoras con Dios, debemos ampliar nuestra plataforma mental y expectativas. El pastor cita pasajes de la Biblia, incluyendo Isaías 54 y Primera de Corintios 2, para respaldar su argumento.


Dr. Roberto Miranda
Efesios 4,5 (Parte 7)
En este sermón, el pastor habla de la importancia de renovar la mente y vivir de manera diferente a como vive el mundo, enfocándose en el pasaje de Efesios 4:17-24 y Romanos 1:21-28 para ilustrar la necesidad de que la iglesia enseñe sobre la santidad y la transformación de la mente y el corazón.


Dr. Roberto Miranda
Aprende a amar a Dios con todo tu corazón
En este artículo se habla sobre la perspectiva espiritual de Pablo en la carta a los Filipenses y cómo podemos aprender a amar a Dios con todo nuestro corazón. También se destaca la importancia de ser un siervo o esclavo de Cristo, la gratitud, el recuerdo y la confianza en Dios para completar la obra que ha comenzado en nosotros.


Dr. Roberto Miranda
El proceso gradual de nuestra transformación
El autor, Dr. Roberto Miranda, nos habla sobre el proceso gradual de transformación que experimentamos mediante la renovación continua de nuestra mente, y cómo esto nos lleva a una vida de paz, tranquilidad y triunfo espiritual.


Gregory Bishop
Vivir con gozo - vivir con Jesús
El apóstol Pablo habla sobre la importancia de enamorarnos de Jesús y mantenernos firmes en medio de las tentaciones. El orador destaca la importancia de vivir públicamente para Cristo y soñar con la vida eterna en los cielos.


Gregory Bishop
Quien conoce a Cristo es diferente como antes
En este sermón, el pastor habla sobre el proceso de transformación que ocurre cuando alguien se entrega a Cristo y se convierte en parte del pueblo de Dios.


Dr. Roberto Miranda
Romanos 12
En este artículo, el pastor Roberto Miranda habla sobre la importancia de vivir la vida como un sacrificio vivo para Dios y la necesidad de renovación constante y transformación personal a través del estudio de la Biblia.


Dr. Roberto Miranda
Efesios 4:17 Llamados a vivir en santidad
En este artículo el Dr. Roberto Miranda habla sobre la importancia de renovar nuestra mente y vivir una vida santa, éticamente pura y diferente al mundo, según lo que se explica en el pasaje de Efesios 4:17-24. También se aborda la lucha contra la tentación y las emociones oscuras, así como la importancia de ser generosos y compartir con los necesitados.


Dr. Roberto Miranda
Las resurrecciones cuestan
En este artículo, el Dr. Roberto Miranda habla sobre la importancia de considerar el precio del poder divino y la necesidad de sacrificio y entrega continua para vivir una vida cristiana auténtica. Destaca la importancia de despojarse de los impedimentos y someterse a la disciplina divina para conocer el poder de la resurrección de Cristo. Hace un llamado a entregarse a Cristo y recibir al Espíritu Santo.


Dr. Roberto Miranda
Claves para una vida saludable
Este artículo habla sobre la importancia de tener una actitud positiva y una conciencia de Cristo para superar las dificultades en la vida y lograr una vida saludable. También enfatiza en creer en el poder de Dios y perseverar en la fe para obtener la victoria.


Dr. Roberto Miranda
Efesios 4 (Parte 6)
En este artículo, el autor habla sobre la importancia de la enseñanza sólida de la palabra de Dios y la resistencia a las enseñanzas falsas y la herejía en la iglesia.


Faustino de Jesús Zamora Vargas
¡No te dejes tentar!
Consejos para los cristianos sobre cómo enfocarse en el futuro y no auto-condenarse por el pasado.


Omar Soto
Alcanzando aquello por lo cual Cristo me alcanzo a mi
En este mensaje, el pastor Omar habla sobre cómo alcanzar nuestras metas y superar los hábitos poco saludables que nos impiden avanzar en nuestra carrera de fe. También comparte su experiencia personal y nos anima a enfocarnos en la dirección a la cual Dios nos llama.


Faustino de Jesús Zamora Vargas
Completos en Cristo
Artículo sobre la importancia de tener la mente de Cristo y no dejarnos distraer por el mundo para vivir una vida enfocada en Dios.


Alberto González Muñoz
Andemos en vida nueva
Artículo sobre la importancia de la vida nueva después de la conversión y la disposición para cambiar nuestra conducta y hacer la voluntad de Dios.


Dr. Roberto Miranda
La santidad, todo o nada
En este artículo, el Dr. Roberto Miranda habla sobre la importancia de la santidad y la entrega completa a Cristo en la vida cristiana. Se enfatiza la necesidad de la libertad y la lucha contra el pecado, y se hace referencia a Romanos 6:15-23.